El piso del patio es demasiado duro, y de
todas formas Minún corría de esquina a
esquina para probar qué tanto podía acelerar
antes de perder control para detenerse. La
meta era "un poco más rápido que el viento",
aunque contrariamente, sentía resbalar una
membrana sobre su cara. Esa pequeña
distracción no le permitió notar el
movimiento del prefecto, quien, sólo él sabe
por qué, dió dos pasos atrás y se detuvo
sobre su ruta. De pronto, Minún vió sólo
blanco.
Se levantó de un brinco y pensó: "Tengo que
aprender a caer mejor.". Recuperó el paso de
un arrancóncon antes de que llegara cualquier
pregunta porque parte del experimento era
saber si se podía llegar aún después de una
eventualidad imprevista como ésta. Así que
cuando tocó la pared, Minún sintió una ola de
risa salir, pero antes de hacerlo, oyó: "Esa
niña está loca."
Su pecho, preparado para disfrutar el espasmo
de una carcajada, se detuvo como si se
hubiese tragado un estornudo. Estalló por
dentro con ganas de llorar. Esa sensación
fluyó hacia sus brazos para aventarles algo;
y hacia su garganta para insultarlos; pero
Minún se acordó de respirar antes de decirle
a nadie estúpido. "Mira, nos mira como loca y
es una tonta.", podrían haber continuado,
como su actitud indicaba. En su lugar, comían
como si nada hubiese pasado.
Éste tipo de eventos ocurrían con tal
frecuencia que Minún había hecho una lista,
cuyo primer punto decía: "Respirar hasta que
el estómago se llene de aire y se desinfle
como globo volador."; y el segundo: "Decir
exactamente cuál es el problema y si es
grande o pequeño.". Después del primer trago
profundo de aire, Minún pensó: "¿Pueden
impedir que siga corriendo? No. Entonces no
tiene ninguna importancia y si me quedo aquí
peleando se me va a acabar el recreo.", y se
echó a correr.
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